
La piel, el tacto y el contacto
El tacto y el contacto son una parte esencial del ser humano. Es una parte de nosotros mismos, que tenemos bastante descuidada.
Olvidamos que cuando tocamos, la parte sutil y la estructural, forma y contenido, se entrelazan en una simbiosis de información bidireccional.
Cuando aparece el contacto, no hace falta decir ni una sola palabra.
Ni siquiera es necesario hablar el mismo idioma, porque el contacto, la piel, tiene su propio lenguaje.
El mensaje puede ser de amor, de consuelo, de complicidad, de tristeza, de deseo…con el contacto consciente, no hace falta decir nada.
Piel con piel, es algo así como corazón con corazón.
El motivo es que el corazón, sabe expresarse a través de la piel.
Y cuando no se practica el idioma, la piel se vuelve dura. Se engrosa. Se resiente.
La piel que no tiene contacto se vuelve insensible. Y se endurece el corazón.
Tenemos que recuperar el contacto físico para abrir caminos de información y comunicación en nuestros corazones.
Las caricias que fluyen como las emociones, como el agua, son enormemente sanadoras.
Tocando la piel, se puede tocar el alma.
Se puede dejar una impronta en el corazón de quien la recibe y de quien la da. Porque no debemos olvidar que la información es siempre bidireccional.
La piel es como un mapa, con distintos territorios. Con emociones ancladas en forma de tatuajes invisibles.
Y el simple contacto consciente, es capaz de liberar y abrir camino para que la emoción fluya, y dejar de nuevo espacio en ese lugar.
La piel de los bebes es limpia, suave, tierna…y a medida que envejecemos, aparecen las arrugas, las manchas, las asperezas y las irregularidades.
En la piel queda marcado todo, y ella no tiene problema en mostrarlo hacia fuera. Porque a la piel, le gusta la comunicación, y en contacto con otra piel, ambas florecen.
Nos conviene, nos envuelve, nos protege y por encima de todo, la piel es un medio de comunicación entre lo físico y lo sutil.
A través de la piel y el tacto podemos re-conocernos.
Cuando hay contacto, no hay barreras.
Por eso es importante que el contacto sea desde la consciencia. Porque un contacto que nace desde otro lugar, puede ser hostil y dañino, y lo que duele primero en la piel, después duele en el alma.
Démosle al contacto el lugar que merece y no olvidemos jamás, el poder de la caricia.