La palabra naturopatía está formada por dos términos: «Nature» que significa naturaleza, y «Path» que significa sendero. Es decir, el Sendero de la Naturaleza.
El pensamiento mecanicista, pragmático y fragmentado que ha regido en nuestra cultura occidental durante este último tiempo, ha llevado al hombre contemporáneo a percibir el universo como una dispersión de objetos y fenómenos no relacionados entre sí que separa espíritu de materia, hombre de Naturaleza.
Se ha perdido la visión holística, global e integradora que predominaba en las antiguas tradiciones y que todo lo interrelaciona.
El hombre forma parte de la Naturaleza, depende del aire puro, el agua, el sol y el alimento que nos da la tierra para vivir; día tras día estos elementos penetran en nuestro cuerpo para darnos su energía.
Ellos son nuestras fuentes de vida, su vida es la nuestra, su contaminación y su destrucción es nuestra muerte.
A medida que nos hemos ido separando de la Naturaleza y hemos ido explotando y envenenando los recursos del planeta hemos ido sufriendo las consecuencias: aumento de las enfermedades alérgicas, degenerativas, nerviosas…
La sociedad de “Bienestar” en la que vivimos nos ofrece la alta tecnología que nos conecta con el resto del mundo al momento, disponemos de todo tipo de información, alternativas, comodidades, distracciones… pero al mismo tiempo nos desconecta de nosotros mismos y nos rodea de una ambiente cada vez más artificial que no respeta la verdadera Naturaleza humana y que da más importancia a la cantidad (producir, consumir y obtener) que a la calidad (desarrollo y bienestar del ser).
Aceptamos incondicionalmente los valores dictados por la publicidad, los intereses comerciales y los medios de comunicación.
Nuestra ignorancia hace que creamos que comemos sano y que los medicamentos que nos venden son los que nos curan.
La industria alimentaria juega con el actual interés de la población por la salud, vendiendo “supuestos efectos curativos” de alimentos que son totalmente artificiales y tóxicos.
La medicina natural con su enfoque más holístico entiende la mayoría de las enfermedades como un aviso que nos da el cuerpo para indicarnos que algo va mal y hay que cambiar.
Visto de esta manera, la enfermedad es una oportunidad que hace que sintonicemos con nuestro interior, nos hace reflexionar y revisar nuestra vida.
El dolor puede ser consecuencia de hábitos de vida inadecuados o el grito de algo que no logra expresarse de otra manera.
No se trata pues de acallar los síntomas con medicamentos tóxicos, en su mayoría llenos de efectos secundarios, sino de escuchar sus mensajes, para hacer los cambios necesarios y recuperar la armonía.
La auténtica curación es un proceso activo que implica participación y el despertar del individuo para lograr la transformación.
A medida que vamos tomando conciencia de nosotros mismos y nos armonizamos con el Ser que somos y lo que nos rodea podemos transformar nuestra vida.
La vida es un cambio constante, ésta es una Ley que rige el Universo, quien no se desarrolla y crece de forma continuada se estanca, y por tanto enferma por ir en contra de una Ley natural.
Lo grande y lo pequeño son semejantes, el microcosmos está hecho a imagen y semejanza del macrocosmos.
Basándose en las semejanzas existentes entre formas características de las plantas (o de sus partes) y las de los órganos del cuerpo humano, nuestros antecesores descubrieron las propiedades curativas de las primeras, propiedades que luego ha ratificado la medicina moderna.
Un ejemplo es la anémona hepática que recuerda al hígado, o la pulmonaria que se parece a los pulmones, estas plantas son adecuadas para sanar esos determinados órganos.
Observar las leyes de correspondencia, de analogía existentes sobre todo entre plantas y hombres, nos descubre que no vivimos aislados del resto de la creación, sino integralmente unidos a la energía total.
Debemos tener conciencia de la magnificencia de la Realidad, pensemos en la relación entre el ciclo menstrual y el ciclo lunar:
La expresión “ ciclo menstrual “ deriva del latín “ mensis “que significa “mes” y también “luna”.
Existe una relación entre la luna y el período menstrual, ya que la duración media del ciclo, 28 días, coincide con las fases lunares.
Todos conocemos personas a las que llamamos «lunáticas», porque les afecta especialmente la luna llena, que los convierte en individuos altamente irritables y malhumorados.
También se conoce (aunque no está aceptado por la ciencia) la influencia de la luna sobre la fecha de los partos, y ello podría estar relacionado con las variaciones de la ionización atmosférica aportada por el influjo de la luna.
Existe un orden cósmico perfecto que mantiene vivas todas las estructuras y todos los Seres.
Las plantas toman dióxido de carbono del aire y agua de la tierra y usando la energía del sol los combinan dando lugar a los carbohidratos.
Cuando el hombre o los animales los comen, se quedan con la energía del Sol y liberan dióxido de carbono y agua.
Comiendo hidratos de carbono fabricados por las plantas, el hombre se integra en el equilibrio ecológico de su entorno y se conecta energéticamente con el Cosmos.
Tierra, aire, fuego, agua:
Tierra:
La Madre Tierra nos da el soporte y los alimentos para vivir. Sin ella no existiríamos.
Aire:
Hipócrates llamó al aire “el primero de los alimentos”. Imprescindible, el aire es un elemento vital del proceso de respiración celular de animales y plantas, por lo que puede decirse que sin aire, no hay vida. Cuando se nos acaba el aire, se nos va la vida.
El aire es más saludable cuanto mayor es su pureza.
El sol, la brisa, las plantas y la lluvia lo purifican.
Fuego: Sol
El Sol es el corazón del sistema solar, es el encargado de aportar la energía, la luz y el calor imprescindibles para que la vida pueda
desarrollarse, el Sol da vida a la Tierra, nos da vida a los Seres
humanos.
Agua:
La Tierra es un planeta de agua. La mayor parte de la superficie del planeta está cubierta por el agua de los océanos. Como humanos, nuestro cuerpos están constituidos por casi un 80% de agua. El agua es una sustancia sagrada portadora de vida.
El Dr. Masaru Emoto, a través de experimentos repetibles, demostró que los pensamientos humanos y las emociones pueden alterar la estructura molecular del agua.
Ahora, por primera vez, hay evidencia física de que el poder de nuestros pensamientos pueden cambiar el mundo dentro y alrededor nuestro.
El agua es verdaderamente una sustancia milagrosa. Sostiene la vida, no podríamos existir sin ella.
Estos elementos que maravillosamente nos ofrece la Naturaleza, deben ser respetados. Sin ellos no podríamos existir y pese a ello, los tomamos como algo que tenemos garantizado y no los tratamos con respeto.
Se merecen que los apreciemos y dediquemos un tiempo de conciencia, ya que gracias a ellos nosotros somos Seres vivos.
Igual como respetamos y amamos a la madre que nos dio la vida, deberíamos hacerlo con la Madre Tierra y la Naturaleza.
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